martes, 26 de julio de 2011

Astronomía básica (II)

En la primera parte de este artículo sobre astronomía básica, hemos visto cómo situarnos en el cielo y cómo encontrar algunas constelaciones y la estrella polar. Ahora proseguiremos con otras constelaciones y otros fenómenos y astros interesantes que pude observar en aquella charla.

El llamado Triángulo de Verano, apodado así desde 1934, es una pseudoconstelación que dibuja un triángulo imaginario en el hemisferio norte de la esfera celeste, sus vértices son las estrellas Altair, Deneb y Vega, y conecta las constelaciones Aquila, Cisne y Lyra repectivamente. El triángulo es fácil de reconocer por lo brillantes que son sus estrellas.

En rojo las constelaciones y en amarillo el Triángulo de Verano.
Como curiosidad, saber que la constelación del Cisne, es una constelación del hemisferio norte que atraviesa la Vía Láctea. Siendo Deneb, una de las estrellas más brillantes de la Vía Láctea. Hemos de imaginar que en nuestra galaxia, estamos ubicados a unos 2/3 del centro y a 1/3 del exterior de la misma, y que por lo tanto, al ser una galaxia en espiral, es como si nos soltasen dentro de un huevo frito y cuando tratásemos de mirar hacia la yema, el centro, veríamos más acumulación de estrellas que si lo hacemos hacia el exterior. Es por ello, que se pueden tomar fotografías como la de a continuación:

Vía Láctea a 5Km de altura, por UB.
Posición del Sistema Solar en la Vía Láctea.

También pudimos observar el M13 o Gran Cúmulo de Hércules, que visto en una foto parece impresionante, pero visto a través de un telescopio lo es mucho más. No es ni más ni menos que un gran cúmulo globular de estrellas situado entre Vega (constelación Lyra) y la Corona Boreal (que vimos en la primera parte). En estos cúmulos, las estrellas están gravitacionalmente ligadas.

Hablamos sobre el futuro del Sol. Cuando el hidrógeno desaparece en el centro de una estrella, entonces comienza su vejez con la llamada fase de subgigante, hasta convertirse en una gigante roja derivando la energía del hidrógeno en helio por fusión nuclear, y se hinchará hasta alcanzar un radio cercano a los 100 millones de km, lo cual sucederá dentro de 5 ó 6 mil millones de años el Sol, devorando a Mercurio y quizás a Venus. Después su tamaño disminuirá sin hacerlo su luminosidad, pasando por la fase de apelotonamiento rojo o de la rama horizontal, para después, una vez acabado el helio, volver a hincharse el doble de su tamaño cuando era gigante roja en la fase de la rama asintótica gigante y alcanzando la mayor luminosidad que nunca haya tenido y siguiendo al reacción nuclear del helio al carbono, neón, oxígeno, sicilio hasta llegar a los metales más pesados que el hierro. Entonces la estrella se colapsa y se contrae hasta convertirse en una enana blanca, expulsando sus capas exteriores en forma de nebulosa.

Pudimos comprobar ese final del que hablamos con el telescopio, observando la Nebulosa de la Hélice o Ojo de Dios, formada por una estrella similar al Sol que se ha convertido en una enana blanca de unos 10.600 años de vida aproximadamente.

Capas de combustión estelar en su final.
Nebulosa de la Hélice en 2004.

Y para terminar por hoy, hablamos de los telescopios, que cuando miramos a través de ellos, vemos una imagen invertida, pero obviamente, para ver astros, da igual verlos bien que al contrario. Comentar también que pudimos observar un satélite artificial debido a que la charla empezó en las primeras horas de la noche, pero de esto hablaremos en otro artículo.

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